Un buen diagnóstico se basa en una buena historia médica, en la que mediante un cuestionario médico nos informan de las distintas patologías y alergias medicamentosas o de contacto que puedan padecer y la correspondiente toma de medicación, una exploración en el gabinete dental y las pruebas complementarias.
En la exploración dental podemos obtener gran cantidad de datos acerca del estado general de su boca, puesto que la visualizamos directamente y podemos palpar las distintas estructuras para valorar su estado. Pero esto no es suficiente, puesto que la boca no sólo se compone de dientes, lengua y mejillas. Los dientes están sujetos a los huesos maxilares, mediante un ligamento periodontal, los cuales no podemos visualizar de forma directa, por eso es necesario el uso de las radiografías. La mandíbula o maxilar inferior, está relacionado con la base del cráneo mediante una articulación, que se llama Temporomandibular (ATM), la cual no veremos si no es con una técnica indirecta, como la radiografía o la ecografía. Las mejillas tienen una musculatura y además albergan algunas de las glándulas salivales, y algunas patologías de las mismas pueden diagnosticarse mediante alguna prueba de radiodiagnóstico.
En el caso de los niños, a partir de los 6 años es fundamental para valorar el crecimiento y desarrollo de los maxilares, y poder ver el estado de los dientes de leche, así como de los definitivos que están comenzando a erupcionar o están en formación, y observar la ausencia de dientes definitivos de recambio (agenesias).
Es por ello, que la panorámica u Ortopantomografía (OPG) se convierte en la prueba estrella para la concreción de un diagnóstico correcto, puesto que en una sola prueba podemos ver todas las estructuras que forman parte de la boca y valorar la presencia o ausencia de patologías, no sólo dentales. Se trata de una prueba que emite algo más de radiación que una radiografía periapical (esas pequeñas que realizamos directamente en los gabinetes dentales), pero obtenemos una información completa y detallada, de modo que si quisiésemos y pudiésemos hacer periapicales para poder ver todas las estructuras orales, estaríamos hablando de una dosis de radiación muy similar, equivalente a una placa de tórax.
Por todas estas razones, no debemos tener miedo a hacernos una panorámica, puesto que está claramente demostrado el beneficio que obtenemos frente al escaso perjuicio (irradiación). Además este perjuicio últimamente está reducido prácticamente a lo ínfimo, ya que la radiología digital y los últimos equipo panorámicos, han hecho que la radiación sea tendente a cero.
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