Entre los principios de la ortodoncia, detectar y prevenir las anomalías que puedan afectar el desarrollo de la estructura dentomaxilofacial son los elementos más importantes, de modo que esta destacada rama de la odontología debe ser tenida en cuenta especialmente durante las primeras etapas del crecimiento infantil.
Esto se debe a que, como es obvio, a lo largo de nuestra infancia y adolescencia somos testigos de un sinfín de cambios resultantes de nuestro crecimiento, pero muchas personas tienden a hacer énfasis en cualquier otro tipo de evidencia del desarrollo físico distinto a lo que está sucediendo al interior de nuestra boca.
Al tiempo que vemos como nuestros hijos empiezan a aprender cosas nuevas como a montar en bicicleta, escribir, leer y nadar, su estructura ósea también comienza a presentar signos de evidente madurez, como lo es la erupción de nuevas piezas dentales, el crecimiento del maxilar y la consolidación de huesos y músculos. No obstante, en algunos casos, nuestros pequeños pueden llegar a mostrar síntomas de un incorrecto crecimiento, lo que se puede evidenciar en dentaduras desalineadas o mordidas desviadas, entre otros casos.
Por tanto, lo más recomendado por odontólogos y pediatras es asistir entre dos y tres veces al dentista al año, cuya labor será estudiar el crecimiento de la estructura dentomaxilofacial del niño, detectar cualquier imperfección, prevenirla o iniciar un tratamiento oportuno de ortodoncia infantil para tratarla.
En este orden de ideas, la ortodoncia infantil no es algo que pueda ser tomado a la ligera, pues entre más tardío sea su inicio, más graves pueden ser las afectaciones que padece el menor. A su vez, ello sugiere que el tratamiento puede llegar a ser más lento y, como es apenas obvio, menos cómodo para el pequeño paciente.
En otras palabras, según la Sociedad Española De Ortodoncia (SEDO), se le recomienda a los padres iniciar los cuidados pertinentes de sus hijos a lo largo de sus primeros seis años de edad, pues, aunque su sonrisa parezca completamente normal, un ortodoncista puede detectar cualquier afectación en la oclusión (mordida) del niño, así como irregularidades en el crecimiento de los huesos maxilares.
Ahora bien, cuando el especialista ha descubierto algún tipo de alteración en la mordida o la alineación de los dientes del menor, se debe iniciar un tratamiento de ortodoncia infantil, el cual parte desde la toma de muestras fotográficas y radiográficas con el fin de estructurar un plan de trabajo acorde a las necesidades y el perfil del niño. Lo más recomendable, acorde a las afirmaciones de los expertos, es que un tratamiento de ortodoncia infantil puede ser iniciado a partir de los seis años de edad, ya que la estructura dentomaxilofacial ya ha alcanzado cierto punto de madurez que permite trabajar sin afectar el normal desarrollo del resto de huesos y músculos del menor. Este tipo de ortodoncia es conocida como ortodoncia interceptiva.
Basado en las particularidades del paciente, el dentista propone el uso de dos diferentes tipos de ortodoncia infantil:
● Ortodoncia fija: Los brackets son elementos fijos a la superficie dental, los cuales funcionan según la necesidad puntual del menor, pudiendo ser para redirigir el crecimiento óseo o para eliminar hábitos perjudiciales.
● Ortodoncia removible: Los retenedores o frenillos son estructuras de acrílico y alambre que se fijan a los molares y su labor es corregir errores muy puntuales.
Por último, cabe mencionar que, aunque cualquiera puede padecer de complicaciones en el desarrollo de la estructura dentomaxilofacial, los especialistas invitan a los padres a vigilar cuidadosamente los hábitos de sus hijos, de modo que puedan prevenir detonantes que causan este tipo de anomalías, como el uso del chupete excesivamente, chuparse los dedos, respirar por la boca, padecer de bruxismo y presentar una maloclusión.