En los primeros años de vida, los dientes que aparecen son denominados «de leche», y se tiene la creencia de que no guardan importancia porque, eventualmente, caerán y darán paso a los dientes permanentes. La odontopediatría desmiente esta idea, pues demuestra cuán importante es una correcta formación de los dientes incluso desde las primeras semanas de gestación.
La importancia del cuidado dental del niño
Iniciemos por el simple hecho de que los dientes de leche son esenciales para los niños en temas cotidianos como el hablar o sonreír. También son la primera ayuda que obtienen al momento de comenzar a ingerir alimentos sólidos y, más aún, son los responsables de guardar un espacio en la mandíbula para la salida de los dientes permanentes que crecen bajo las encías.
Digamos que un diente de leche pierde su lugar demasiado pronto, entonces puede traer consecuencias negativas como problemas óseos y de posición en la dentadura y huesos de la cara. Una detección temprana de estas anomalías permite la planificación de procedimientos no tan invasivos como extracciones de piezas, tratamientos de ortodoncia o incluso cirugías ortognáticas.
Entendiendo todo lo anterior, nos preguntamos: ¿Cuándo es momento de preocuparse por los dientes de nuestros niños? Según los expertos, la respuesta correcta es: tan pronto como aparezca el primer diente, que suele suceder a los seis u ocho meses de edad. Sin embargo, sin los nutrientes necesarios dados durante la gestación, un bebé puede tener problemas de base que dificultarán este proceso natural.
Consejos para el embarazo y la dentadura de los bebés
A continuación, compartiremos algunos consejos que se deben tener en cuenta durante la gestación del niño y después de su nacimiento para asegurar una excelente salud bucodental.
1. Lactancia materna: su influencia antes y después
No solo existe un beneficio emocional y nutricional durante la lactancia materna, sino también en el desarrollo tanto de los huesos como de los músculos en la boca y la cara.
Estudios han demostrado que puede reducir la probabilidad de que un niño requiera el chupete o que tome el hábito de chuparse el dedo, ambos hechos considerados las causas principales de maloclusiones a largo plazo.
2. La alimentación durante el embarazo
Todo medicamento u alimento ―o más específicamente los componentes y nutrientes― que una mujer embarazada consume llegan al feto a través de la placenta. Esto es lo que permite el desarrollo óptimo del bebé. Por ello, todo lo que la madre incluye en su dienta es determinante incluso en los dientes de ambos.
Los minerales y vitaminas que requieran son establecidos desde las primeras etapas por el médico encargado de supervisar el proceso de gestación. Sin embargo, en cuanto al desarrollo de los dientes del bebé, el calcio es el que hará la diferencia. Este se puede encontrar en productos lácteos como la leche y el queso.
Algo que se debe tener en cuenta, sobre todo si está incluyéndose fórmulas que contienen azúcar, es que la higiene de la dentadura es precisa, por lo que no se recomienda que el bebé vaya a dormir sin que exista una limpieza dental previa.
3. La salud bucodental de la madre y las caries en los niños
Las madres que tienen propensión a las caries pueden hacer una transmisión vertical a los bebés de dichas bacterias. Con simples actos como tomar el biberón con la boca, darle besos cerca de la boca o compartir cucharas al comer se aumenta el riesgo de que, a largo plazo, el bebé presente este tipo de enfermedad. Por ello es necesario mantener un control odontológico tanto de la madre como del niño.
Los cuidados de los dientes son necesarios desde la gestación hasta la adultez. Instruir estos hábitos desde pequeños puede crear una diferencia para evitar gastos exagerados en tratamientos invasivos.