Cuando hablamos de incrustaciones o coronas dentales, nos referimos a dos diferentes y efectivos tratamientos de restauración dental.
Éstos se fijan al diente y, sin afectar su estética, trabajan para recuperar cualquier afectación que perjudique la salud de la pieza dental.
Las incrustaciones y las coronas dentales tienden a estar fabricadas en un material estético resistente que no se expande (como pasa con los empastes), como la porcelana o el composite.
El elemento que determina qué solución utilizar en un caso puntual, es el grado de deterioro del diente o el tipo de daño que ha sufrido, veamos:
- Cuando el diente presenta caries leves, grietas pequeñas o un nivel de deterioro no muy avanzado en general, se utilizan las incrustaciones dentales.
- En casos de deterioro avanzado, una debilitación importante o quiebres graves, se debe fabricar una corona dental que recubra la pieza dañada y así evitar que la afectación avance o que ésta afecte la calidad de vida del paciente.
Sea cual sea el caso, las incrustaciones y las coronas dentales son efectivas soluciones que preservan la estructura del diente y previene que éste padezca otros traumatismos. Asimismo, no afecta la alineación y separación entre dientes, su función ni tampoco su estética.