La pasada semana hablamos de la importancia de llevar protectores bucales durante la práctica de deporte, esta semana os enseñamos a elegir el que mejor se adapte a vuestras necesidades y/o la de vuestros hijos.
El protector bucal adecuado:
- Protege los dientes, tejidos blandos
- Absorbe en gran medida la energía del choque
- Proporciona confort y se ajusta a los dientes de la arcada superior
- Permite hablar
- Permite respirar con comodidad
- Es duradero y resistente a la fricción. No libera resinas tóxicas.
- Permanece adaptado durante su uso
- Proporcionan una buena posición de la ATM (articulación témporo mandibular), lo que evita lesiones en caso de colisión
Hay algunos protectores bucales que se venden en comercios ya preformados, son económicos pero no se consideran como una opción aceptable para usarse como protector bucal ya que no ofrecen función como protector bucal porque el niño debe estar mordiendo para que permanezca en boca, impide una respiración correcta, impide el habla, no se adapta, es incómodo y termina por no usarse.
Otros son los protectores de “calentar y adaptar”, que también están disponibles en comercios. A priori puede parecer que estos ofrecen mayores ventajas. Están fabricados en serie y se “adaptan” a cada persona tras un proceso de calentamiento en el que la resina interior se ablanda y tras una presión del protector sobre los dientes adquiere levemente las huellas de los dientes y muelas. La principal ventaja es que son los menos caros, pero como desventaja es que se desadaptan en cortísimo espacio de tiempo, no son resistentes y hay que cambiarlos con frecuencia. Un estudio americano sobre costo y calidad de este tipo de protectores, desaconsejó su uso.
La mejor opción es un protector bucal totalmente adaptado y hecho a medida por tu dentista para evitar que se muevan los dientes durante una colisión, la fractura de los dientes y de los huesos, protegen mucho más frente a conmociones cerebrales, desfiguración de boca y cara… Además no impiden la respiración cómoda ni el habla y pueden ser personalizados (el minideportista puede elegir el color de su protector) y poner su nombre. La única desventaja a priori es el coste, aunque os puedo decir que os sorprenderá su precio al ver que no son tan caros. Pero ¿a que vosotros no lleváis globos en el coche para evitar invertir en un coche con airbag? Pues no pongáis cualquier cosa en la boca de vuestros hijos para protegerles, si de antemano sabéis que no lo hace de forma segura. La prevención, justifica la inversión.
Me gustaría insistir en el concepto de la prevención. Muchos padres no somos informados del nivel de contacto que tiene el deporte que practica nuestro hijo. De hecho, creo que la mayoría de las escuelas de deporte no son conscientes de la importancia del empleo de un protector bucal.
El coste económico puede hacernos valorar la prevención. Sin duda es mejor tener tu propio diente que uno reconstruido (en el mejor de los casos) o sustituido. Sin duda el coste de prevenir la fractura de un diente es más barato que el coste de rehabilitarlo. Se ha de tener en cuenta que a parte de la molestia y el dolor del deportista, hay que considerar la valoración económica del tratamiento de urgencia, y el coste de la rehabilitación y del mantenimiento que como padres tendremos que hacer durante años y en un futuro el niño durante su edad madura.
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