La evidencia antropológica sugiere que muchas culturas antiguas practicaron la higiene bucal de forma regular. En la antigüedad se empleaban palos para limpiar los dientes y de forma más delicada, se emplearon palillos de naranjo para frotar los dientes e ir limpiándolos y puliéndolos.
A parte se han encontrado recetas de preparaciones para la limpieza de los dientes a base de carbón, frutas y flores secas y además intentar refrescar el aliento ya desde muy antiguo. Entre las civilizaciones antiguas destacan los egipcios, los chinos los griegos y los romanos.
Productos tan básicos en nuestra línea de higiene oral como es la pasta dentífrica, tuvo su aparición a finales del sXIX. La mayor parte de las primeras marcas de colutorios bucales contenía alcohol para estabilizar la fórmula, pero hoy en día se ha dejado de usar y en vez de ello se emplea el Cloruro de cetilpiridino (CPC) que tiene no sólo propiedades estabilizadoras sino que también germicidas.
Hoy en día también se pueden encontrar colutorios desarrollados para mejorar y atender necesidades especiales: acúmulo excesivo de sarro, problemas periodontales, sensibilidad dental, activadores del aclaramiento dental, protectores del esmalte… La variedad ha aumentado de forma exponencial en la última década.
Es importante recordar que ningún colutorio o enjuague bucal es sustituto del cepillado dental o del uso de la seda. Así que aunque yo recomiende el uso de un colutorio dental (aunque sea una línea básica), no debes desatender el cepillado dental (al menos dos veces al día).
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